martes, 31 de marzo de 2015

El fotógrafo del México nocturno


Silvia Elisa Aguilar Funes


Jesús Magaña Gutiérrez, fotógrafo fundamental del espectáculo y la vida cultural de México, falleció la mañana del 30 de marzo de 2015 a los 81 años. Los especialistas de la fotografía subestimaron su trabajo por estar tan ligado a la farándula, no obstante su legado existe y vive en la memoria de muchos aunque no se le reconozca. Su estilo, modelado por su afición a la pintura, el dibujo y las vanguardias fotográficas se puede reconocer entre los cromos de artistas y la foto de revista de espectáculos en las décadas de 1960 y 1970. Su formación y su trayectoria parecen predestinadas, disfrutó los frutos de su talento y de manera precoz, forzado por problemas de salud, se retiró de los grandes escenarios para brillar nuevamente desde las marquesinas de los cabaretes hasta los años ochenta.


Fue el fotógrafo que creó la imagen definitiva, sensual de Meche Carreño; destacó la belleza de Olga Breeskin; fue el único que captó la desnudez sugerida de actrices como Verónica Castro y Jacqueline Andere. También fue responsable de los desnudos de actores como Rogelio Guerra, Héctor Bonilla y Carlos Piñar. Asimismo, sus retratos de Diana Bracho, Helena Rojo, Dolores del Río, María Félix, Lucha Villa y todas las primeras actrices del momento, persisten como retratos de una época específica presentada al público desde una perspectiva del erotismo de gran sensibilidad artística.

Jesús Magaña, o Jemagú, como le gustaba firmar, vivía en medio de recuerdos, de su trabajo, que finalmente es memoria impresa. Los útlimos años, antes del asilo, en cada frente de su casa en Muzquiz, acumulaba alteros de periódicos amarillentos y terregosos. Había que abrirse paso como entre la maleza para colocar las sillas donde nos sentamos a charlar todos los sábados de 2007, un año entero entre fotografías, revistas, negativos y esoterismo.

Desde su infancia en Guadalajara, Jalisco, dibujaba. Tenía como modelo las caricaturas de Walt Disney que representó en vitrales desarrollando talento para la composición. En la adolescencia, Magaña empezó a diseñar zapatos para el negocio de la familia, que se regía por la severa mano de su padre. De tal modo, Jemagú únicamente gozaba de libertad al dibujar calzado femenino. En la década de los 50, cundo su familia estaba instalada en México, Magaña se enfrentó a su padre para estudiar pintura y exigió vivir solo. La insólita respuesta del padre fue positiva, pues se arriesgaba a perder al eficiente y prolífico diseñador de zapatos que amenazaba con irse del taller que tenían en Tepito.

Poco a poco, los estudios truncos en pintura y la primera foto tomada a oscuras tras bastidores de un teatro, proveyeron los elementos para futuras composiciones carnales, eróticas, originales. Jemagú me contó sus inicios de la siguiente manera:

En la plaza de Santo Domingo había una señora que vendía fotografías, le caía bien y me guardaba originales de artistas de cine. Ahí conocí a Salvador Durán, un bolerito coleccionista. Un día Salvador me pidió que lo acompañara al Teatro Lírico. Llegué a camerinos por primera vez. Él llevaba una cámara y dijo: “Tómale fotos a las muchachas”.

En el pasillo tomé fotos a una tiple argentina que posó en la oscuridad. El momento, aunque fallido, fue altamente adictivo. La segunda vez que lo acompañé retraté a Linda Porto, en sentido estricto mi primera modelo porque sugerí las poses. Esta vez llevé mi cámara Baby Brown. Motivado por la calidad fui a la revista Cinema Reporter y le mostré a Cantú Roberts mis fotografías. Estaba viéndolas cuando de pronto cerró los ojos y se puso los dedos en las sienes. Le pregunté si se sentía mal. Me respondió: “No. Me estoy haciendo una chaqueta mental”. Me pagó el reportaje y me prestó una cámara Rolleiflex que le regresé cuando compré una Minolta de la misma calidad.

A partir de ese momento, Magaña empezó como free lance ofreciendo sus servicios a cuanta mujer se dejara capturar por su cámara. Posteriormente, fue contratado como fotógrafo oficial de diversas revistas de cine y televisión como Estrellas de Cinelandia. En cine, participó como foto fija de diversas producciones además de realizar las carpetas de presentación de muchos actores. Asimismo, llegó a ser el fotógrafo oficial de la Muestra Internacional de Cine de Acapulco.

Meche Carreño. Foto: Jesús Magaña

Gracias a su autodidactismo, a su pasión por conocer todas las propuestas fotográficas de sus contemporáneos, nacional e internacionalmente, desarrolló un estilo propio.
Su mirada llegó a convertirse en la prueba de fuego para un actor en sus primeros pasos en la farándula mexicana. Él controlaba por completo los procesos: vestuario, escenografía, maquillaje, iluminación, cada fase era producto de su creatividad; constituía un equipo completo siendo un solo hombre. Así improvisara cortando la ropa de sus modelos, ellos accedían porque querían ser retratados por Magaña.

Incluso, en la cúspide creativa, su estilo también quedó plasmado en las revistas en las que colaboró, pues intervino en los diseños de las portadas proponiendo tipografías, texturas, colores, lo que un comunicador visual hace actualmente. Era versátil.

Elsa Aguirre. Foto: Jesús Magaña
Durante el año en que acudí a entrevistarlo en la casa donde vivía solo y donde seguía escribiendo sus colaboraciones para revistas esotéricas descubrí que sus materiales eran valiosísimos. Sin embargo, en nuestro país nadie intentó nunca rescatar ese archivo pese a ser un documento de una parte de la vida cultural y pese también a su potencial lucrativo. Surgían ideas para ayudarlo a mejorar su situación, por lo que junto con uno de sus hijos, nos dimos a la tarea de recuperar algunos de los negativos.

El material tenía que ser seleccionado así que pasamos muchas mañanas inclinados sobre una pequeña caja de luz. Las imágenes nos satisfacían, su propuesta era claramente superior a la de muchos fotógrafos: desde los retratos de escritores, artistas y vedettes, hasta las clásicas de viejitos de cantina y las familiares. Las horas sobre los negativos en la vivienda húmeda y oscura, el dolor de cabeza, valía la pena por ver aquellos tesoros sin revelar.

Jesús Magaña, como otros personajes de gran talento, los últimos años vivió en un asilo. Para la mudanza de Muzquiz a la residencia de ancianos en Coyoacán, lugar más próximo a los hogares de su familia, tuvo que deshacerse de mucho material. En el caos, sus negativos fueron malbaratados a un tianguista de cachivaches de segunda mano. Hasta hace cuatro años todavía podía sostener una conversación continua, incluso hizo retratos de algunos de sus cohabitantes con una cámara sencilla, no profesional. Y también empezó a olvidar cómo fue que conoció a Meche Carreño o cuál fue el proceso creativo con Silvia Pinal, ni cómo era su relación con Julio Bracho o Alejandro Jodorowsky. También empezó a olvidar a Isela Vega, Angélica Chaín, Ana Bertha Lepe, Elsa Aguirre...

En su momento, Carlos Monsiváis rechazó las fotografías para el Museo del Estanquillo; el Instituto de Investigaciones Filmográficas de la UNAM no pudo costear el rescate del archivo Jemagú; el Instituto de Investigaciones Históricas de la Fundación Carso desestimó el material. El Financiero, Cuartoscuro, De Largo Aliento y Milenio dieron atención en los últimos años publicar semblanzas y comentarios sobre el fotógrafo de Guadalajara.

Verónica Castro. Foto: Jesús Magaña
Hoy sus fotos están por allí, a la venta, anónimas como estampitas de colección; en los periódicos de la Hemeroteca Nacional, incluso en los blogs de fanáticos de los artistas de las década del 60; en mi tesis de licenciatura; su material sigue vivo en el colectivo que es la cultura y al que todos subimos, como dijo Alejandro González Durán, uno de mis entrevistados del reportaje biográfico gracias al cual me acerqué a la obra de Magaña.

De esa investigación tuve muchas lecciones de vida además de obtener un panorama más amplio de cómo funciona el mundo cultural y del entretenimiento en nuestro país. Agradezco haber estado cerca y haber tenido este aprendizaje valioso. Jesús Magaña Gutiérrez se va en días luminosos, ideales para recrear imágenes sensuales, de la belleza de la vida, como las que legó.

4 comentarios:

  1. No tenía idea de que había sido el tema de tu tesis de licenciatura. (Nunca pregunté, claro), está en línea y en cualquier rato le daré una "ojeada", debe estar muy bien como todo en lo que te involucras. Es una lástima la obra que se está perdiendo por la misma abulia oficial de siempre. Te mando un abrazo.

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  2. Sí, amigo, por ahí debe andar mi tesis en la página de la facultad, pero creo que sólo la pueden consultar quienes tienen matrícula debido a la seguridad contra los plagios.

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  3. jesus magaña el mejor fotografo por su lente pasaron todas las actrices y vedettes de los 60s y 70s un gran artista de la lente descanse en paz

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    1. Así es, su trabajo queda en el anonimato, pero por ahí circulan todavía sus fotografías, con su estilo otorgó identidad al mundo del entretenimiendo.

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