domingo, 28 de junio de 2015

Una olla de peltre tras el muro de nopal: Kusama en México

Estalagmitas que emergen de sillones amenazando con penetrar a quien se pose sobre estos; falos blandengues sobresalen también de los zapatos; ropas de mujer de las que penden estos órganos amenazantes; el miembro de tela, como una plaga, también brota de una maleta; nuevamente el sexo absurdo, repetido, inevitable dentro de un bote que no zarpa. ¿Cómo huir de este acoso infinito? El escape tendría que ser un espacio abierto donde esa imagen no se reprodujera, pero para Yayoi Kusama no fue así, sino que desarrolló una obsesión en la que vive sumergida, explorándola, tratando de comunicarla. Esta fuga corresponde también a su descubrimiento de la continuidad que une a los seres con el universo: la obliteración en millares de puntos agrisados sobre océanos blancos, como espuma sobre las olas se suspenden en los lienzos de Yayoi Kusama en sus años de Nueva York, sus años de transición y definición.




Algunas piezas vistas en el Museo Tamayo en 2014: el video de un mar de flores en la televisión de una esquina, como una ventana que anuncia la salida; lunares florescentes que tejen su red pasiva sobre muebles en una sala iluminada por luz negra; una lluvia purificadora, protectora, de luces brillantes multiplicadas por espejos en una pequeña habitación que se atraviesa tal como un trance breve; lunares de colores intensos sobre superficies mate, blancas, ausentes que se fusionan en un todo eterno. Los espacios descritos existen son una muestra de la expresión de la vida interna de esta artista japonesa, introducen al espectador a su mundo y, se espera, a una reflexión filosófica más allá del disfrute estético.


¿Por qué Yayoi Kusama estuvo en México, para qué?



La noche del 25 de septiembre de 2014, el Museo de Arte Contemporáneo Rufino Tamayo abrió sus puertas a un público restringido para el recorrido inaugural por la exposición Obsesión infinita. Cuantiosos grupos de visitantes acudieron a ver los lunares de la artista japonesa activa más longeva: Yayoi Kusama (Matsumoto, 1929) que suma siete décadas creando. Sus pinturas, esculturas, instalaciones y producciones viajaron antes a Brasil y a Argentina donde atrajeron cientos de miles a las salas del Centro Cultural Banco del Brasil y del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires.

Sobre la apertura de su muestra retrospectiva en México. El doctor en Historia del Arte, Iván Mejía, afirmó que la exposición de Kusama atraía únicamente públicos de moda en su ensayo "¿Es Yayoi Kusama. Obsesión infinita la democratización del arte?" publicado en la revista Código. Para el experto, la obra de la japonesa es banal, tema de entretenimiento, debido en parte a su colaboración con Marc Jacobs para la firma francesa de alta costura Louis Vuitton.

Efectivamente, los diseños de la artista se cotizaron altamente en consonancia con la marca. Sumado a factores como el valor que adquiere la comercialización del arte, la colección de moda lanzada en 2012, con una tienda exclusivamente dedicada a Kusama en Nueva York, ofrecía joyas, bolsos y zapatos con lunares a precios que iban desde 245 hasta 7,900 dólares. No obstante, ésta no fue la primera intervención de Yayoi Kusama en la moda puesto que en los años sesenta creo su propia boutique en Nueva York: la Kusama Fashion Company, donde se podía adquirir, por ejemplo, vestidos recortados a la altura de los genitales.



Alice in Wonderland,
1968, happening en el Central Park de Nueva York.
(Fotografía tomada del catálogo Yayoi Kusama. Trabajos desde 1949 hasta 2003, Sociedad de Arte de Baunschweig, Alemania, 2004.)


De regreso al recorrido inaugural del Tamayo, los asistentes disponían de poco tiempo para contemplar la obra presentada —tal como fue hasta el 18 de enero de 2015, fecha en que concluyó la exposición— dado que la colección curada por Philip Larratt-Smith y Frances Morris rebasaba el centenar de piezas y atraía ríos de gente. Se contabilizaron 300 mil visitantes esperando horas para conseguir una entrada.

Yayoi Kusama. Obsesión infinita reunió diapositivas, pinturas de pequeño y gran formato e instalaciones. De éstas últimas creaciones, una de las más bellas era Sala llena de espejos-Llena del brillo de la vida (Infinity Mirrored Room, instalación en la que luces LED de colores se reproducen infinitamente en las superficies lustrosas de los muros, del suelo y en dos espejos de agua a cada lado de un camino corto a través del cual el visitante se introduce. Y es allí donde el expectador puede sumergirse en el mundo de la autora de la novela A Manhattan Suicide Addict, la artista recluida por voluntad propia desde 1977 en un hospital psiquiátrico.



Narciso castrada


Durante su infancia, la vida de la pionera del performance no se vio afectada directamente por la Segunda Guerra Mundial. La familia de Kusama se dedicaba a la agricultura en el pueblo de Matsumoto, actividad que les permitió vivir cómodamente. Debido a la lejanía del pueblo natal con las zonas en conflicto, la granja, que producía calabazas en abundancia, gozaba de prosperidad. Y estos frutos fueron para siempre asociados a la alegría en la memoria de Yayoi como una antítesis de los traumas que conforman sus recuerdos familiares.

En agosto de 2014, Kusama entregó una escultura de piedra llamada Yo soy una calabaza (I am a Pumpkin, 2013) para ser exhibida en la calle Marunouchi, una galería callejera de la Mitsubishi Estate y The Hakone OpenAir Museum desde 1972. En un video promocional, Kusama explicó la creación en los siguientes términos:
Las calabazas son muy graciosas, dulces, y esta calabaza tiene un espíritu humano y personalidad. Si descubres lo que está diciendo, creo que te sentirás muy feliz. […] Cuando las obras de arte son expuestas en el exterior […] la gente interactúa libremente con la obra mientras se rodea del cielo, del aire y de la tierra. Creo que, para miles de decenas de personas, éste es el inicio de una interacción espiritual con la eternidad que encuentro extremadamente interesante.
La retrospectiva que albergó el Museo Tamayo no incluyó muestras de estos frutos, sin embargo incluyó algunas de sus primeras pinturas formales. Gracias a este material es posible reconocer una evolución en el trabajo de Kusama, que eligió temas concretos en sus inicios (manifestarse contra la guerra de Vietnam o en favor de la diversidad sexual o en contra de la comercialización del arte), hasta tópicos más personales sustendados en principios universales (la continuidad de la existencia, la interdependencia de los seres). Su filosofía, filias y fobias se traducen en su estilo, inconfundible desde la niñez.

Los temas que la han ocupado necesariamente están vinculados con su biografía. Kusama padeció sus primeras alucinaciones y desarrolló las obsesiones sexuales que han marcado su vida y obra siendo una infante. La artista japonesa era obligada por su mamá a testificar las infidelidades de su padre y era además objeto de las descargas de la ira materna. Su necesidad de expresarse quedó de manifiesto en un retrato de su madre que se ostenta como primera obra en su página oficial y que data de 1939. En éste, la representa vestida de kimono con los ojos cerrados detrás de una red de lunares que se extiende por toda la superficie. Desde ese primer ensayo, las imágenes interpuestas en la visibilidad de Kusama fueron integradas por la esteta y, posteriormente, convertidas en una estrategia de borramiento, una manera de ser una con el universo. Los lunares cobraron el valor de rúbrica a partir de entonces. Al mismo tiempo, se pueden identificar como el lugar seguro, el refugio de la artista por oposición a las oleadas de falos que compuso en otras piezas.

Aunque Kusama aseguró que su madre acostumbraba destruir sus pinturas, la artista perseveró: "Mi madre me dijo que no tenía permitido pintar, que un día iba a tener que casarme con alguien rico y me convertiría en un ama de casa. Cuando era una niña, se llevó mis tintas y lienzos."

Fotografía de David Billa
www.setouchiexplorer.com

[Hasta aquí la primera parte.]